Aventuras y desventuras de IRSA: una lectura a partir del caso de la ex Ciudad Deportiva, por Ivana Socoloff*

LPP

Para quienes circulamos por Buenos Aires, el nombre de Inversiones y Representaciones SA (IRSA) nos resulta más o menos familiar. Quizás no tanto por sus siglas como por algunas de sus principales posesiones, que incluyen los mayores shoppings de la ciudad y varias piezas arquitectónicas.

Eduardo Elsztain es la cara visible de la compañía. Desde que tomó el control en 1991 de esta empresa “cáscara” que operaba en la Bolsa desde 1943, convirtió una compañía que daba pérdidas en un grupo económico con activos consolidados superiores a 6.600 millones de pesos. Con algunos pocos empleados al comienzo, hoy emplea a más de 1500 trabajadores dedicados a combinar la promoción inmobiliaria con un conocimiento profundo del mercado de capitales.

De la mano de Soros en sus comienzos, IRSA ingresó a los mercados mundiales llegando a cotizar sus acciones en la Bolsa de Nueva York (NYSE), y en NASDAQ a través de otras empresas del Grupo. La inversión en Argentina del fondo que lideraba George Soros –elQuantum Fund– a comienzos de los años noventa se enmarcaba en el interés que estaban exhibiendo los mayores fondos internacionales en el sector inmobiliario de países periféricos (David y Halbert, 2010). En particular, el Quantum Fund mostró una temprana orientación hacia los mercados emergentes de América Latina en el contexto de la caída de la URSS y la crisis del este europeo, como lo relata el propio Soros (1995: 63).
De la mano de un acceso casi irrestricto a los capitales internacionales y de un Estado argentino que se estaba deshaciendo de importantes inmuebles y tierras, IRSA se expandió durante la primera mitad de los noventa. Con las sucesivas crisis en América Latina (México y Brasil) durante la segunda mitad de esa misma década, Soros comenzó un proceso de desvinculación previo a la crisis argentina de 2001. Su salida desencadenó una reestructuración societaria, a partir de la cual CRESUD –otra empresa del grupo hasta entonces controladora de las propiedades rurales– se convirtió en su accionista principal. Un porcentaje mayoritario de las acciones de CRESUD, por su parte, quedó en manos de la empresa “Inversiones Financieras del Sur S.A” (IFISA), una sociedad domiciliada en Uruguay, controlada a su vez en un 100% por otra sociedad domiciliada en las Islas Bermudas (IFIS, “Inversores Financieros del Sur”), donde Elsztain se desempeña como presidente. En otras palabras, luego de la crisis, IRSA fue indirectamente adquirida por otras sociedades localizadas en paraísos fiscales (secrecy jurisdictions o “jurisdicciones secretas”), cuya composición accionaria está protegida por el “secreto” del capitalismo global.

A pesar de tratarse de una “empresa mundial”, con inversiones en varios países –incluyendo Estados Unidos– la historia de IRSA está intrínsecamente ligada a la de Buenos Aires, sede de sus oficinas, de sus principales inversiones, de sus inicios y de su presente. Es en esta ciudad donde los empresarios de IRSA viven y trabajan, y es a partir de la valorización de su suelo que se explican algunos de sus mejores negocios. En el presente trabajo describiremos tres escenas que relatan la historia de uno de los principales proyectos que IRSA tiene en Buenos Aires, localizado en los terrenos de la ex Ciudad Deportiva Boca Juniors: Solares de Santa María. A partir de este caso peculiar, que es abordado desde la perspectiva de la estrategia empresarial en la ciudad y su vinculación con el Estado en sus diversos niveles, pretendemos mostrar algunas de las “dificultades” encontradas por los empresarios de IRSA para llevar adelante sus planes para Buenos Aires. Con ello, entonces, pretendemos poner en problemas algunas de los sentidos comunes con los que se suele interpretar el rol del gran capital en la ciudad y su vinculación con el Estado. En particular, intentaremos mostrar a partir de estas escenas que las diferentes agencias del Estado delinearon los contornos del proyecto, disciplinando las aspiraciones empresarias, especialmente a partir de la autonomización de la ciudad, que transformó el marco normativo de los principales instrumentos de regulación del suelo.

*Licenciada en sociología (UBA), con maestría en Ciencias Sociales (EHESS) y Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Actualmente se desempeña como becaria postdoctoral CONICET con sede en el Instituto de América Latina y el Caribe (Facultad de Ciencias Sociales-UBA) y como investigadora en formación en el Instituto Gino Germani y el Centro Cultural de la Cooperación.

 
Tweet about this on TwitterShare on FacebookShare on Google+Share on LinkedInEmail this to someonePrint this page